Não tenho a menor dúvida de que o futebol é, há pelo menos uns 20 anos, a maior lavanderia de dinheiro da economia mundial.
Não é à toa que grandes empresários e políticos, de repente, entram de cabeça neste meio e tornam-se “torcedores” apaixonados de algum clube, injetando dinheiro e no caso da Europa, comprando a maioria de suas ações.
Agora há pouco, o jornalista Filipe Araújo recomendou via twitter, um texto da melhor qualidade, do colega argentino Ezequiel Fernández Moores, no blog “Cancha Llena”, onde ele fala dos números espantosos de algumas transações dos últimos dias, e da grande bolha que envolve o mundo futebolístico atualmente.
Começa citando a aquisição de Eto’o, por um russo, que pagará a ele 20,5 milhões de euros por ano.
O texto é longo e está em espanhol, mas vale a pena:
* “Samuel Eto’o era un trabajador en paro ayer, martes, en Italia. Hasta que a las 13.15 de la Argentina un desconocido club de la república rusa de Daguestán, Anzhi, lo convirtió en el futbolista mejor pago del mundo. Su nuevo salario, 20,5 millones de euros anuales, casi duplica los 12 millones que Real Madrid le paga a Cristiano Ronaldo. El crack portugués también está en paro, porque los jugadores en España protestan las medidas de ajuste, igual que los de Italia. Pero Ronaldo no es un trabajador cualquiera. Según los registros del Banco Central Europeo (BCE), también es un collaterized debt obligations (CDO). En castellano, una titulación de deuda o préstamo. La entidad financiera Bankia precisaba dinero y entregó al BCE como garantía los 76,5 millones de euros que CajaMadrid dio en 2009 a Real Madrid para que comprara a Ronaldo. Bankia puso también como garantía los 60 millones que sirvieron para fichar a Kaká. Kaká se convertiría en un problema si Bankia cayera en bancarrota y Real Madrid no pudiera asumir las cuotas del crédito. Gana 9 millones al año, bajó su nivel y no vale lo que costó. Marc Garrigasait lo definió a tono con la crisis: “Kaká -dijo el analista- sería para el BCE un activo tóxico”.
“Ha explotado la burbuja de Internet, la burbuja financiera, la burbuja inmobiliaria”. ¿Por qué no la burbuja del fútbol? Se lo preguntó Jean-Michel Aulas, presidente del club francés Olympique Lyon en febrero de 2010 al diario El País. El deporte se creyó indemne aun después de la crisis que estalló en 2008 en Estados Unidos. AEG (Anschulz Entertainment Group), segundo grupo después de Disney en la industria del entretenimiento, dueño del equipo de David Beckham (Los Angeles Galaxy), seguía soñando a lo grande en diciembre de ese año. “En menos de dos años -anunciaba Tim Leiweke, su director- una de las ligas de Estados Unidos pondrá uno de sus equipos jugando en otro país y será revolucionario.” Leiweke sugirió que el equipo sería de la NBA y que jugaría en un estadio propiedad de AEG, el 02 arena de Londres, “la ciudad más grande que hay en este mundo”, expresó. Pasaron más de dos años: Londres todavía está conmocionada por sus recientes explosiones sociales y la NBA está hoy paralizada, igual que el fútbol de España y de Italia. Su sistema de franquicias y tope salarial tampoco quedó a salvo de la crisis. La patronal declaró el lockout convencida de que los aficionados, que sufren la crisis, terminarán cansándose de los reclamos sindicales de sus ídolos millonarios.
También son asalariados de lujo las grandes estrellas del fútbol de España y de Italia. Capitanes como Iker Casillas, Xavi Hernández, Francesco Totti, Gennaro Gattuso y Javier Zanetti han aparecido en fotos o comunicados de huelga. Paran en solidaridad con sus compañeros más desprotegidos. En España, la solidaridad es para unos 200 jugadores a los que 22 clubes que cayeron en concurso judicial deben unos 50 millones de euros. Y en Italia porque los clubes quieren hacer entrenar de modo separado a unos 250 jugadores que sobran en los planteles de Series A y B. Su salida permitiría ahorrar unos 200 millones de euros a los clubes. El problema es que el calcio, que en los 80 fichaba a cuanto crack apareciera por el mundo, dejó de ser comprador. Hoy, agobiado por la crisis, tiene que vender. El grupo del premier Silvio Berlusconi (dueño de Milan) lleva perdidos mil millones de euros. Saras, la compañía petrolera de Massimo Moratti (Inter), tiene balances en rojo y Fiat (Juventus) perdió casi un 40 por ciento en la Bolsa de Milán. “Eramos un restaurante de lujo, ahora somos una vulgar pizzería”, se lamentó hace unos días Adriano Galliani, vicepresidente del campeón Milan.
En España, se sabe, el gran desequilibrio se produce porque Barcelona y Real Madrid se adueñan del 53 por ciento del dinero que paga la TV. Su batalla, encarnizada desde la llegada del Emperador José Mourinho, empujó al resto de los clubes a una carrera imposible. Para escapar de la crisis, el fútbol español da pasos que antes se concebían sólo en el Tercer Mundo. Satisface a la TV programando partidos a toda hora, incluyendo las doce del mediodía y las diez de la noche, para que lo vean en China. Y acepta que los jugadores ya no pertenezcan a los clubes, sino a fondos de inversión. El Zaragoza, el mayor concurso de acreedores del fútbol español, con una deuda de 134 millones de euros, compra jugadores a través de un fondo que integra, entre otros, su propio presidente, Agapito Iglesias. Las Federaciones, igual que los Estados, han perdido la posibilidad de decisiones soberanas. Pero la UEFA, temerosa de que explote la burbuja, advirtió que a partir de la próxima temporada no permitirá jugar en las copas europeas a los clubes que gastan más de lo que ganan. La queja fue liderada por los clubes alemanes, los mejor administrados en las ligas top, y cansados de una competencia desleal. “La UEFA -protestó en cambio Khaldoom al-Mubarak- protege el statu quo. Así, sólo seguirán siendo poderosos los equipos grandes. ¿Está diciendo el señor (Michel) Platini que sólo Real Madrid y Barcelona tienen derecho a competir en la Liga de Campeones?”, se preguntó el dirigente, director del club inglés Manchester City.
Con sus nuevos refuerzos, que incluyen al “Kun” Agüero, la familia real de Abu Dhabi, que en 2008 compró al City, lleva gastados más de 500 millones de euros. Unos años atrás, los petrodólares del Golfo Pérsico compraban jugadores en el ocaso, como Gabriel Batistuta, Josep Guardiola o Romario. Ahora compran clubes. Un jeque qatarí es dueño del Málaga y la familia real de Qatar se adueñó del París Saint-Germain. ¿Cómo no comprarle a la FIFA el Mundial 2022? El nuevo Roman Abramovich en la saga de los magnates rusos es Suleiman Kerimov, 118 en la lista Forbes de 2011, comprador de Eto’o y de Roberto Carlos para el club Anzhi. Los jugadores residen en Moscú. Viajan en avión los 2000 kilómetros para cada partido en Makhachkala, donde juega el Anzhi, en Daguestán, una de las repúblicas más pobres y peligrosas de Rusia, vecina a Chechenia. Dineros rusos también se aseguraron el Mundial de 2018. ¿Y acaso Kobe Bryant, el astro millonario de la NBA en paro, no está recibiendo jugosas ofertas para jugar en China y en Turquía? Es el nuevo mapa de la poscrisis. Y para dibujarlo, nada mejor que el deporte, víctima hoy de su propio gigantismo, pero aun así vidriera cada vez más inigualable en estos tiempos de puro espectáculo.
¿A partir de cuándo el fútbol adquirió su gigantismo actual? Siempre popular, el fútbol se convirtió en otra cosa a partir de la explosión de la TV y de las nuevas tecnologías. El otro impacto fue el caso Bosman. Un modesto jugador belga que fue hasta la Suprema Corte de Luxemburgo de la Unión Europea (UE) porque su club, Lieja, le había rebajado el sueldo de 4000 a 1500 dólares y le exigía una indemnización de 800.000 dólares para autorizar su pase al Dunkerke, un equipo de Segunda en Francia. Gracias a su reclamo, la Corte de Luxemburgo estableció en 1995 que los futbolistas son dueños de sus pases al término de los contratos y que deben circular libremente dentro de la UE. La sentencia, como sucedió en otros ámbitos, fue también una victoria para los clubes más poderosos, que impusieron sus dineros como nunca una vez que la pelota también se hizo liberal. La prensa se subió a la fiesta. “Al menos una vez a la semana -me contaba semanas atrás un colega de un importante diario deportivo de España- el gerente de marketing pide que pongamos en la Web una cara nueva, que forcemos un supuesto nuevo fichaje.” Si al equipo luego le iba mal, esos mismos diarios criticaban el descontrol económico del club. Invictos, como siempre. El argumento de tener que renovar la ilusión de los hinchas fue siempre un negocio fabuloso.
Jean-Marc Bosman terminó castigado jugando en las islas Reunión. Cayó en el alcohol y la depresión. Hoy vive de la ayuda social. Su abogado, Jean-Louis Dupont, se convirtió en un personaje célebre. Sigue litigando contra la UEFA. Su último cliente se llama José Mourinho. Por razones diferentes a las de Kaká, el DT de Real Madrid también amenaza con convertirse en un “activo tóxico”. No para los bancos, sí para el fútbol.”
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